jueves, 7 de marzo de 2024

Registran una manada de marimondas del Magdalena que están en riesgo de extinción

 Después de un año de monitoreo con cámaras-trampa en las Reservas Naturales de la Sociedad Civil La Nacional y Nueva Delhi, ubicadas en la Serranía de Perijá, biólogos registraron una manada de 10 monos araña (Ateles hybridus), también llamados marimondas del Magdalena o choibos, un hallazgo significativo si se tiene en cuenta que este primate no muy pequeño, con una cola prensil muy larga que utiliza como un quinto brazo para trasladarse, está en peligro crítico de extinción, es decir que su población está reducida en el país y amenaza con desaparecer.

Desde 2023 la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz tiene acceso a dichas reservas –otrora refugio de grupos al margen de la ley– para estudiar su fauna. El ecólogo Joan Gastón Zamora Abrego, profesor de la Sede, afirma que “la especie A. hybridus se puede utilizar como indicadora del estado de conservación de ciertos hábitats por sus requerimientos para realizar sus procesos vitales, y además porque prefieren los lugares tranquilos”.

Por ejemplo las marimondas de Magdalena necesitan árboles de entre 20 y 30 m de altura, ya que es allí, en los doseles o copas, donde prácticamente realizan todas sus actividades: se trasladan de un sitio a otro, se alimentan de frutos maduros, hojas y pequeños artrópodos como hormigas, y hasta se “enamoran” cuando alcanzan la madurez sexual (entre los 3 y 5 años de edad), que les permite a las hembras gestar y parir una sola cría, cuya relación se extiende durante un año.

El trabajo coordinado por el profesor Zamora se adelantó en el pie de la Serranía del Perijá, entre los municipios de Becerril y Codazzi, en el centro de Cesar, una zona inexplorada por la ciencia. En las primeras visitas los docentes y estudiantes de la UNAL pudieron ver babillas, monos aulladores, tucanes, monos cara gris, marimondas, monos nocturnos, grandes felinos, zainos, venados y serpientes venenosas, lo que da cuenta del gran valor ambiental de la zona.


La manada de 10 monos araña se registró mediante cámaras instaladas a nivel del sotobosque (vegetación que crece en las zonas más próximas al suelo), cerca de un caño. “Los animales bajaron de las copas de los árboles para beber agua y jugar, tal vez comieron tierra, un comportamiento que suelen tener para neutralizar los componentes que tienen los frutos o las plantas”.

Pese al importante papel que juegan en los ecosistemas como dispersores de semillas, lo que ayuda a mantener la biodiversidad del bosque y garantizar la supervivencia de muchas otras especies de plantas y animales, el deterioro del hábitat de la marimonda del Magdalena, provocado especialmente por la ganadería extensiva y la deforestación, hace peligrar su existencia.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Libro rojo de mamíferos de Colombia, dicha especie se encuentra en “estado crítico de extinción”, una de las tres categorías de amenazas de los animales; las otras son “vulnerable”, “en peligro de extinción” y esta, que significa que la especie está a punto de desaparecer, y en última instancia pasa a ser “extinto”.

El ecólogo Zamora recalca que “estos animales son muy sensibles a las perturbaciones externas o a la transformación de los ecosistemas, provocados por la tala de árboles –puesto que requieren áreas boscosas conectadas– y el cambio en el uso del suelo (bien sea por cultivos o ganadería); también los amenazan la cacería ilegal y el tráfico de especies”.

Otras especies encontradas

Además de la manada de monos araña, en las reservas La Nacional y Nueva Delhi los investigadores del Semillero de Investigación Kashinduka de la UNAL detectaron paujiles pico azul (Crax alberti),también en “peligro crítico”. Esta ave es autóctona del norte de Colombia, su distribución abarca tierras bajas (hasta 1.200 msnm), desde el valle medio del río Magdalena y el bajo Cauca, hasta la Sierra Nevada de Santa Marta.

“Su sensibilidad al cambio en las condiciones de hábitat deja ver que requiere grandes áreas de bosques tropicales para vivir, de ahí que su presencia o ausencia lo convierta en una especie indicadora del estado de conservación de los ecosistemas que son su hogar”, aseguró el profesor Zamora. Las cámaras-trampa también detectaron un jaguar, un puma y varios venados.

Ernesto Altahona, propietario de estas reservas naturales del Cesar, manifestó que “esto significa un antes y después, puesto que cambia la historia de la región. Demostramos que las reservas son sanas y aportan significativamente a la conservación del departamento”.

Cabe anotar que en una Reserva Natural de la Sociedad Civil se articulan y trabajan tanto la Universidad como la ⁠comunidad y los propietarios. La idea es que a futuro también se vinculen empresas y ONG como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).





















miércoles, 6 de marzo de 2024

Camiones y volquetas diésel, los que más están afectando calidad del aire en el Valle de Aburrá

 En un año estos vehículos emiten alrededor de 2.000 toneladas de material particulado (PM2,5) que van a la atmósfera; se trata de partículas tóxicas 100 veces más finas que un cabello humano, implicadas en la agudización de enfermedades como bronquitis y deficiencia cardiopulmonar. Por eso, aunque la medida de “pico y placa ambiental” reduciría el deterioro de la calidad del aire que afrontan Medellín y el Valle de Aburrá, controlando la emergencia, expertos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) afirman que urge instaurar políticas públicas estructurales y de largo plazo.

Según el inventario de emisiones atmosféricas de 2022, elaborado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, aunque los automóviles de uso común son la principal fuente de dióxido de carbono (CO2), solo emiten cerca de 100 toneladas de PM2,5 al año (t/año), mientras que los camiones emiten 1.281 t/año y las volquetas 894 t/año.

“Los vehículos más antiguos y que funcionan con diésel son la principal fuente de estas partículas, tan riesgosas cuando entran a nuestros pulmones que se han convertido en el principal indicador establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para monitorear la calidad del aire que respiramos”, explica la profesora Carmen Elena Zapata Sánchez, directora del Laboratorio de Calidad del Aire (Calaire) de la UNAL Sede Medellín.

Se estima que en 2022 circularon por el Valle de Aburrá más de 44.500 vehículos de carga y volquetas intermunicipales que llevan escombros, arena, tierra, piedras y otras materias primas para la construcción, y que suelen a recorrer hasta 72.000 kilómetros al año en promedio.

“Sin embargo hay un detalle adicional: estos son los vehículos registrados en esta área, pero por aquí también pasan camiones y volquetas de otras regiones. Para esos casos sería útil, como lo hemos propuesto, hacer control de emisiones y evaluar si dejarlos pasar o no”, afirma la académica.

Así mismo, más del 30 % de estos carros tienen más de 20 años, e incluso algunos más de 45. “Aunque ha habido renovación (la mayoría tiene menos de 16 años), sigue siendo el grupo más contaminante entre las fuentes móviles. De ahí la relevancia de implementar medidas como el “pico y placa ambiental”, aunque lleguen de forma tardía: desde hace semanas se sabía que los incendios forestales podrían tener influencia en la calidad del aire, porque también emiten PM2,5, y el año pasado tuvimos algunas estaciones en rojo (aire dañino para la salud)”, señala.

Más crítico hacia el sur

Según el histórico de mediciones de los últimos siete días, las estaciones de Itagüí, Envigado y La Estrella han registrado índices más altos de PM2,5. “Esto se podría entender a partir de las simulaciones que hicimos hace algunos años para seguir las trayectorias de masas de aire dentro del Valle de Aburrá, las cuales mostraron que en los límites entre Envigado y Medellín se  crea un efecto vórtice, y que como el sur es más frío que el centro, el aire suele estancarse allí”, añade María Camila Eguis Cuentas, magíster en Ingeniería - Recursos Hidráulicos de la UNAL Sede Medellín.

Esto se relaciona con las características topográficas del Valle de Aburrá: una depresión ubicada en la cordillera Central de los Andes cuyo eje principal es el río Medellín, o río Aburrá –de casi 60 km–, cercado por laderas que se elevan hasta 1 km, con una distancia que varía entre los 10 y los 20 km.

Hacia el sur hay más edificaciones, el Valle se estrecha y se produce un efecto tapón al que se le añaden vientos que ingresan en dirección contraria desde San Antonio de Prado.

Así mismo, la calidad del aire depende de la radiación solar que ha aumentado en todo el mundo propiciando la formación de niebla tóxica o esmog y otros contaminantes como el ozono y el dióxido de nitrógeno. “Aquí las estaciones de monitoreo casi nunca están en verde, por eso es importante seguir investigando y explorando medidas realmente efectivas, sin descuidar la incidencia de fuentes fijas como las industrias, que aportan hasta 161 t/año de PM2,5”, menciona la profesora Zapata.

Entre las principales recomendaciones para cuidar de su salud está usar tapabocas N95 si va a hacer deporte (caminar, trotar o montar en bicicleta), pues aunque este no filtra los gases, sí detiene algo de material particulado. “También sería ideal que los niños, adultos mayores, mujeres embarazadas o personas con comorbilidades no salgan antes de las 9:00 a. m., máxime si las estaciones de medición cercanas registran 35 microgramos por metro cúbico de PM2,5 o más, información que se puede consultar en la página web del Sistema de Alerta Temprana de Medellín”, finaliza la experta.






martes, 5 de marzo de 2024

Buscan determinar origen botánico de mieles del Valle del Cauca

 Utilizando metabarcoding –una prometedora herramienta para estudiar el ADN de gran variedad de especies–, una zootecnista trabaja en identificar las plantas de las que provienen las mieles recolectadas en los municipios vallecaucanos de Buga, Argelia, El cerrito, El Cairo, Caicedonia, Trujillo, Roldanillo, Calima, Restrepo, Palmira, Cali y Tuluá. El objetivo es que, así como el café, la miel también tenga una denominación de origen botánico que impulse la reputación del producto, y que de paso les permita a los apicultores de la región generar mejores ingresos.

La denominación de origen botánico se refiere al proceso mediante el cual se identifica y clasifica la miel según su procedencia geográfica, composición, método de producción u otras características específicas que la distinguen de otras mieles.

Así, cada colmena de abejas que existe desde Buenaventura (al nivel del mar) hasta los Farallones de Cali (a 3.000 msnm) resguarda una parte de la rica biodiversidad del Valle del Cauca, riqueza que la zootecnista Kelly Johana Quitián Sosa está decidida a identificar mediante herramientas genéticas, en el marco de su Maestría en Producción Animal y del Grupo de Investigación en Diversidad Biológica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.

Entre los métodos que existen para realizar dicha denominación están la palinología y la melisopalinología. La primera es el estudio y la caracterización de los granos de polen presentes en la planta para luego hacer una relación de las plantas presentes en los apiarios; y la segunda es el estudio del grano de polen, pero suspendido en la miel. Con el metabarcoding se espera hacer una identificación más precisa de las especies vegetales del departamento, presentes en la muestra.

“Incluso la técnica permite trabajar con pequeñas cantidades, ya que proporciona una visión más completa de la diversidad floral asociada con la miel”, indica la zootecnista Quitián.

A diferencia de los métodos tradicionales, el metabarcoding utiliza información genética y, gracias a la automatización y a la alta capacidad de procesamiento, analiza múltiples muestras de manera simultánea y rápida, facilitando el procesamiento de grandes volúmenes de datos y aumentando la eficiencia del análisis.

En la actualidad, la zootecnista estandariza el protocolo en el Laboratorio de Biología Molecular de la UNAL Sede Palmira, ya que el metabarcoding también se aplica para plantas y microorganismos, uno de los pocos reportes alrededor de su implementación.

“Técnicas moleculares como esta nos permiten estudiar el material genético o ADN presente en el grano de polen suspendido en la miel, y con la metodología que he diseñado espero obtener información de las plantas visitadas por las abejas”, señala la zootecnista.


Las abejas obreras hacen el pecoreo, que es la práctica de extraer polen y néctar de las flores, y durante este emplean varios mecanismos para la elaboración final de la miel u otras sustancias derivadas. Para ello usan las corbículas, unas “canastas” ubicadas en el tercer par de patas, que es la parte ensanchada.

La investigadora señala que “así como el café ha representado a Colombia en el mundo, la miel tiene el gran potencial de convertirse en un emblema de calidad y sostenibilidad, gracias a la invaluable labor polinizadora de las abejas”. Sin embargo, la falta de una cultura arraigada de consumo de miel ha llevado a que su valor y variedad pasen desapercibidos en la mesa de los colombianos.

Dicho desconocimiento, además de limitar la productividad de los pequeños productores en el departamento, también se convierte en un riesgo si se considera que hasta el 80 % de las mieles en el país son adulteradas o falsificadas, lo que deja a los consumidores en la oscuridad sobre la verdadera naturaleza del producto que adquieren.

Gracias a su ubicación geográfica y diversidad de climas, el territorio colombiano produce miel a lo largo de todo el año. No obstante, la falta de estándares de calidad y de la rigurosidad necesaria en su proceso productivo han limitado su presencia en el mercado internacional.

A diferencia de países como Argentina, que lidera las exportaciones y en donde las estaciones marcan la pausa en la producción, Colombia tiene el potencial de convertirse en un referente global si supera la realidad de pequeños productores que luchan por mantenerse a flote en un escenario en donde el precio y no la calidad suele ser el factor determinante.





lunes, 4 de marzo de 2024

Muestra de la amplia riqueza de aves del Valle del Cauca en exposición fotográfica

 Durante varios años de arduo trabajo de campo en el bosque húmedo de la Reserva Nacional Forestal Bosque de Yotoco, biólogos censaron una población de 348 aves, dato que refleja la riqueza faunística de la región. Una selección de 40 de ellas –entre las que se encuentran atrapamoscas sangretoro, tucancito rabirrojo, toches y azulejos– conforman la muestra “Aves de nuestra Sede”, inaugurada en la Biblioteca de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira y que permanecerá abierta hasta el 22 de marzo.

La exposición se realiza en el marco de la celebración de los 90 años de la Sede Palmira, y además sirve como abrebocas a la participación de la UNAL en la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16), uno de los espacios de discusión y negociación más importante del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas que se celebrará el próximo octubre en Cali.

En ese sentido, la exposición “Aves de nuestra Sede” es un ejemplo de cómo, además de brindar una riqueza incalculable como productor de oxígeno, capturar CO2, almacenar carbono, garantizar el suministro de agua para poblaciones circundantes y ser fuente potencial de descubrimientos de genes y moléculas con aplicaciones farmacéuticas o industriales, la Reserva Forestal de Yotoco, custodiada por la UNAL, alberga una variada y fascinante comunidad de aves, desde especies nativas con plumajes coloridos hasta las migratorias que atraviesan largas distancias y encuentran refugio en este santuario.

Para hacer el inventario, durante un año los investigadores definieron transectos o rutas que incluyen un mapa, la zona elegida y un conjunto de puntos en los que cada cierto número de metros paraban para hacer grabaciones, fotografías y observaciones con base en una línea trazada.

La expedición se aventuró en los predios aledaños, en lo que se conoce como “zona de amortiguación”, en donde descubrieron aves que, aunque no se encontraran en el corazón del bosque, sí forman parte integral de su ecosistema.

En total se registraron 348 especies de aves, un incremento notable desde el censo de 1990 que daba cuenta de 190. “Este hallazgo refleja la riqueza biológica de la Reserva, resaltando su potencial como destino para el turismo científico y como una fuente inagotable de investigación”, expresa el biólogo Diego Fernando Mejía, profesor coordinador del Sistema de Gestión Ambiental de la UNAL Sede Palmira.

El inventario no se limitó a la reserva principal, sino que también se extendió al campus principal de la UNAL Sede Palmira, en donde se registraron 128 especies, y al Centro Experimental (Ceunp), ubicado en Candelaria, con el reporte de 54 tipos de aves, resultado que enriquece el conocimiento sobre la biodiversidad en estos espacios académicos.

Según el profesor Mejía, el propósito para la COP16 es que la exposición incluya más imágenes y más especies como serpientes y mamíferos. También se buscará publicar un libro ilustrado que exhiba las aves y recopile sus cantos en discos compactos y plataformas digitales.

Un inventario que vuela alto

Entre las especies de aves más observadas se encuentran iguazas, perdices, zambullidores comunes, palomas, garrapateros y una amplia gama de colibríes de diferentes colores.

También se avistó el bien parado, un ave señalada popularmente como bruja y por eso asesinada por quienes la desconocen y la ven como una amenaza debido a su canto áspero y su coloración que la camufla como tronco de árbol, resaltando la importancia de su conservación y protección.

La apertura al público de “Aves de nuestra Sede”, además de ofrecer fotografías de las aves, también sirve como una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de conservar los ecosistemas locales, amenazados por la deforestación, los agroquímicos, la pérdida de hábitat, la contaminación, la presencia de especies invasoras y otros factores que dificultan la sostenibilidad de la fauna y la flora.

Además de su valor estético, “las aves desempeñan un papel crucial en el equilibrio de los ecosistemas; ellas también son polinizadoras, dispersoras de semillas y controladoras de poblaciones de insectos en algunos casos plagas, por lo que contribuyen a mantener la salud y la estabilidad de los ecosistemas en esta región del suroccidente del país”, anota el académico.

Quienes quieran ampliar la información sobre la diversidad de fauna que se encuentra en la región y las actividades que realizan desde el Sistema de Gestión Ambiental, pueden hacerlo desde la cuenta en Instagram @sgaunsedepalmira.






viernes, 1 de marzo de 2024

Pluggets del Mar, unión de saberes tradicionales y ciencia

 La cocina de Hilaria Valencia es el lugar de encuentro de un grupo de mujeres tumaqueñas que juntan sus manos, su sazón y su conocimiento tradicional para elaborar un novedoso y sabroso nugget de plumuda (plugged), pez de alto valor nutricional y de bajo costo que les sirve como materia prima.

Tanto la amistad como la Asociación de Mujeres Concheras de Raíces del Manglar (Asoraizmanglar) –con cerca de 40 integrantes– surgieron en el mangle, donde ellas solían encontrarse para conchar o extraer piangua, un molusco tradicional del Pacífico colombiano que era su único sustento económico; pero ahora, gracias a la capacitación y el trabajo conjunto con el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se volvieron expertas en transformar los alimentos.

Profesores y estudiantes de distintas disciplinas de la UNAL se aliaron para participar en la “Convocatoria nacional para el fomento de alianzas interdisciplinarias que articulen investigación, creación, extensión y formación en la Universidad Nacional de Colombia 2019-2021 (Sede Tumaco)”.

Así iniciaron el trabajo de la mano de los profesores Adriana Patricia Muñoz Ramírez –líder del grupo de investigación UN-ACUICTIO, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia– y Jairo Humberto López Vargas, del ICTA, director del grupo Aseguramiento de la Calidad de Alimentos y Desarrollo de Nuevos Productos.

Los investigadores identificaron que la actividad económica de las mujeres era débil porque se centraba en conchar y a veces la piangua escasea o se debe dar tiempo de veda por lo que debían parar por algunos meses y esto repercutían en sus ingresos económicos, afectando su calidad de vida.

Con el ánimo de seguir apoyando a las integrantes de la Asociación, el profesor López replicó una exitosa experiencia relacionada con la elaboración de embutidos a base de pescado que ya se había probado en otra región del país.

Aunque inicialmente se pensó utilizar dos tipos de pescado: plumuda y carduma, poco a poco se dieron cuenta de que la carduma ya tenía un alto valor comercial pues se empezó a exportar para elaborar harinas, por eso se quedaron con la plumuda. Después, en un taller de marca que recibieron, surgió el nombre del producto: Pluggets del Mar.

El valor agregado de los pluggets está en la plumuda, que aunque tiene alto valor nutritivo no se aprovecha debidamente; de hecho en época de abundancia se podían encontrar estos peces tirados en las calles. Ahora las mujeres les dan valor comercial.


Para lograr la transferencia adecuada de saberes, primero el profesor López hizo una serie de experimentos y análisis fisicoquímicos en los laboratorios del ICTA en la Sede Bogotá buscando el proceso más adecuado para preparar la receta con plumuda, y luego la zootecnista María Daniela Portela, estudiante de la Maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos, lideró los temas de apropiación social del conocimiento.





Del proyecto surgieron dos recetas: la del ICTA, con condimentación comercial, y la de Asoraizmanglar, con sazón autóctona y sabor tradicional. Así se promovió un diálogo de saberes.

El propósito inicial del proyecto era alimentar a los niños de las escuelas de Tumaco y ahora se quiere extender a otros sectores, pero para hacerlo realidad se necesita nueva sede para elaborar el producto, pues la cocina de Hilaria se quedó pequeña, lo cual es un buen indicio del éxito de la idea. En este momento buscan nuevas alianzas con entidades como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Una nueva sede sería un logro del proyecto, ya que evidenciaría que esta alianza no se quedó en lo académico, sino que fue capaz de avanzar hasta el emprendimiento.












martes, 27 de febrero de 2024

Urge restaurar los páramos degradados del país

 En Colombia se ha perdido el 57 % de estos ecosistemas: de las 2.900.000 hectáreas que existían ahora solo se contabilizan alrededor de 1.120.000. En los páramos afectados por actividades ganaderas o agrícolas la vegetación autóctona desapareció; los suelos se perdieron pues se compactaron y ya no retienen agua, y por lo tanto esta ya no corre hasta llegar a quebradas y ríos. Hacedores de política pública, academia y sociedad deben aunar esfuerzos para arrojarles un salvavidas a estas máquinas naturales de hacer agua, que paradójicamente agonizan de sed.

“Aunque los páramos están protegidos desde 2018 por la Corte Constitucional, esta legislación no se aplica, por eso ellos necesitan primeros auxilios urgentes y, desde los mandatarios de pueblos que tengan jurisdicción en estas áreas, hasta el Gobierno nacional, deben tomar decisiones apoyadas en la evidencia científica”, afirma el profesor Conrado de Jesús Tobón Marín, coordinador del grupo de investigación Hidrología y Modelación de Ecosistemas Dinámicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

En uno de los recientes ABC de Periódico UNAL, el experto señala que, “aunque existe una legislación –como la ley 1930 de 2018, también conocida como Ley de Páramos–, esta no se aplica porque no tiene en cuenta a quienes habitan dichos territorios […] no se trata de legislar desde los escritorios desconociendo las necesidades de los pobladores; se necesita una normativa acorde con la situación real de los páramos”.

Menciona además que “aunque en las últimas décadas se ha dado un creciente interés por los páramos, antes estos ecosistemas eran una oportunidad de vida para los campesinos despojados de tierras en las partes medias y bajas; ese uso intensivo para actividades agrícolas y ganaderas arrasó la vegetación autóctona y desapareció los suelos por erosión. Esa amenaza no ha parado, en algunas zonas se ha frenado, pero no ha desaparecido”.

Máquinas de hacer agua

“Los páramos son ecosistemas de alta montaña, sobre todo en el norte de los Andes, y por lo tanto se ubican por encima de los 3.000 msnm, especialmente en Colombia, Venezuela y el norte de Ecuador; tienen lluvias frecuentes y esto los hace climatológicamente fundamentales”, explica el profesor.

En Colombia la mayoría de los páramos están de sur a norte de la cordillera Oriental; otra parte considerable en la cordillera Central, y en menor medida en la Occidental y en la Sierra Nevada de Santa Marta.

“Además son arbustales y pajonales, una vegetación típica que se complementa con el aspecto hidrológico ya que sus condiciones de clima son muy suaves, la evapotranspiración es muy baja, y por ende el rendimiento hídrico (agua que producen) es muy alto”.

Con respecto a los servicios ecosistémicos, el docente inicia enumerando la gran diversidad de plantas y sigue con el paisajismo: “no es lo mismo subir a una montaña en Perú, donde todo es rocoso, a estar en una zona a tal altura y estar rodeado de vegetación […] entre la cantidad de fauna propia de esas zonas sobresalen el oso de anteojos y el venado, pero también cuenta con una amplia diversidad de aves, mariposas y reptiles”.

Pero, sin lugar a dudas el componente más relevante del último siglo ha sido su abundante aporte hidrológico. A pesar de conformar pequeñas áreas, su producción de agua es muy alta, y como no hay asentamientos humanos su calidad es excelente; además, al estar por encima de las ciudades, no se produce el costo adicional de llevarla hacia las viviendas, sino que se da por gravedad.

“Solo por el servicio hidrológico que prestan deberían conservarse al 100 % e ir más allá: restaurar los páramos degradados”, recalca el docente.

Sobre las iniciativas relacionadas con turismo de montaña es enfático al afirmar que “solo el turismo bien manejando, que conozca la capacidad de carga del sitio y no permita sobrecupo, es una gran oportunidad para que los guías les hablen y enseñen a las personas qué son los páramos y cuál es su importancia; debe haber caminos demarcados; no se permite sacar especies ni tumbar nada; se va a pie y no a caballo, motocicletas o cuadraciclos. Este tipo de iniciativas, bienvenidas”.

Advierte que el uso de caballos y vehículos motorizados es dañino para el ecosistema.

“Aunque Parques Nacionales ha venido haciendo un buen trabajo, también se les debería dar la oportunidad a los habitantes de estas zonas de generar ingresos que les permitan conservar los páramos”, concluye.







lunes, 26 de febrero de 2024

UNAL y entidades aportan al fortalecimiento de la gestión de riesgo ante huracanes en San Andrés

 La Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Caribe y otras nueve instituciones locales, nacionales e internacionales avanzan en un proyecto de fortalecimiento de la gestión del riesgo, a partir de la generación de conocimiento e innovación social para incrementar la capacidad de respuesta comunitaria, natural y económica del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina ante ciclones tropicales.

El paso de los huracanes Eta e Iota en noviembre de 2020 ocasionó graves daños y una enorme destrucción en la infraestructura y el ecosistema de Providencia y Santa Catalina y San Andrés. Superar esa crisis y generar condiciones para el desarrollo de la comunidad insular ha sido muy difícil e incierto cada vez que inicia una nueva temporada de huracanes en el Caribe, el 1 de junio.

Está claro que no se puede regresar a las condiciones previas al impacto del Iota, máxime cuando el cambio climático sigue avanzando de manera vertiginosa, intensificando la frecuencia y las categorías de los huracanes, según datos de las últimas décadas en el Gran Caribe.

Por esa razón, el proyecto liderado por la UNAL, que cuenta con recursos por más de 8.000 millones de pesos, busca fortalecer la gestión del riesgo de desastre incrementando el conocimiento y la capacidad de preparación y respuesta frente a eventos extremos climáticos, que contribuya a la seguridad humana y a la preservación de la base ambiental marina del territorio insular.

Entre las principales actividades que se están desarrollando se encuentran: comprender los efectos, la respuesta comunitaria y las lecciones aprendidas del desastre por el huracán Iota, junto con una estimación de la vulnerabilidad global-multicriterio para enfocarse en su reducción.

También se busca implementar una estrategia de comunicación plurilingüe construida desde lo local, entender el potencial del impacto de las inundaciones por marea de tormenta generadas por los ciclones tropicales, todo en el marco del cambio climático y pensando en futuras medidas de adaptación.

“La gestión del riesgo de desastres ante huracanes, inundaciones y aumento del nivel del mar son algunos de los problemas apremiantes de nuestra generación y de las próximas en el Archipiélago, y este proyecto traza un camino a seguir desde nuestras instituciones fortaleciendo capacidades y medios de vida locales”, explica la profesora Adriana Santos Martínez, directora de la UNAL Sede Caribe y del proyecto.

Abordaje integral

El desastre provocado por el huracán Iota evidenció la necesidad de tener mejores datos en la zona. Por eso el proyecto está implementando una red de monitoreo de variables físicas, químicas  y biológicas en tierra y en aguas marinas de las islas, con el propósito de utilizar toda esta información para tomar decisiones.

Así mismo, atiende el uso de las algas de sargazo –que afectan regularmente a las islas– y desarrolla procesos de restauración con cultivos de manglar y pastos marinos.

De igual manera, se busca comprender cómo fortalecer los arrecifes de coral de la isla de San Andrés como una medida de reducción del riesgo basada en la conservación de ecosistemas; y desde una visión integral, desarrollar negocios verdes que contribuyan a los medios de vida de las islas, además de implementar tecnología con estaciones meteorológicas y red de monitoreo comunitario transferibles a las instituciones del gobierno local.

Las instituciones que aúnan esfuerzos para abordar los desafíos del cambio climático y fortalecer la resiliencia de las comunidades en el Archipiélago son: la UNAL Sedes Caribe, Bogotá y Medellín; la Corporación Ambiental Coralina; la Escuela Naval de Suboficiales ARC “Barranquilla”; la Dirección General Marítima (Dimar); el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe (CIOH); la Corporación del Laboratorio al Campo; el Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional (Infotep); la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD); la Gobernación Departamental del Archipiélago de San Andrés; la Universidad de Guadalajara (México) y la Corporación Centro de Excelencia en Ciencias Marinas (Cemarín).